El esfuerzo económico que tiene que hacer una familia común de clase media y media baja en nuestro país para preparar a los hijos y las hijas para entrar a la escuela y mantenerlos en ella, es muy grande. La imposibilidad de recibir una buena educación en el sistema estatal  nos ha llevado a depender  de la educación privada. Una educación también con sus deficiencias y limitaciones, pero que a fin de cuentas, es la alternativa menos mala.

Esto hace que,  sostenida en la necesidad de la población, los colegios entren en la dinámica del mercado y se muevan por las leyes de la oferta y la demanda, en un tema de derechos, pues la educación está consignada como uno de los derechos fundamentales de los niños y las niñas. Esto es muy injusto, más no hay quien lo resuelva.

Sobre esta base cada año los padres y las madres llegamos al inicio del año escolar preocupados por el tema económico, tomando dinero prestado a veces, en vez de acompañar a los chicos con alegría a asumir el reto que implica un inicio más, transmitirles el entusiasmo necesario y contribuir así a que el aprendizaje  sea más provechoso y se  facilite la tarea del conocimiento.

Hablemos de la mochila que da nombre a este artículo, dentro de ella van los libros, cuadernos y útiles que aportarán a la tarea de aprender, y como llenarla y prepararla nos ha dado tanto esfuerzo, sin darnos cuenta nos pasamos el año entero con la mochila sobre nuestras espaldas y no se la traspasamos a nuestros hijos que es la espalda correcta donde debe estar.

Así, insisto, sin darnos cuenta, pues la mayoría de los padres y las madres no queremos hacerles daño a nuestros hijos, nos preocupamos nosotros por sus asignaciones y tareas más que ellos mismos. Así ocurre la evasión de la responsabilidad pues si ellos entienden que la mochila es nuestra, no harán el esfuerzo suficiente para cargarla ellos.

¿Y cuándo tenemos la mochila de ellos en nuestra espalda?

Cuando ellos no hacen la tarea hasta que no llegamos del trabajo.

Cuando no salimos de la escuela por andar persiguiendo a  las maestras cada día para ver cómo estuvo.

Cuando peleamos todo el día para que se ponga a hacer la tarea.

Cuando vivimos amenazando con castigos y consecuencias que no cumplimos.

Cuando gritamos y vivimos echando en cara el esfuerzo que nos cuesta mantenerlos en esa escuela.

Cuando nos manejamos con ansiedad.

Cuando estudiamos por ellos, les hacemos los trabajos, etc.

Todas estas conductas dicen: “esta mochila es mía y no tuya”.

¿Cómo hacer el traspaso y poner la mochila en su lugar?:

  • Intente hacer el esfuerzo económico con la menor angustia posible, no haga más de lo que realmente puede hacer, hable una vez con sus hijos sobre el significado de este esfuerzo y posteriormente, no vuelva a nombrarlo.
  • Siéntese a hacer un horario con sus hijos de acuerdo a las actividades de ellos, el horario suyo de trabajo y las condiciones particulares de la familia.
  • Establezca reglas y consecuencias para cuando el horario no se cumpla y, por favor permita que ellos vivan las consecuencias de no haber cumplido con su responsabilidad.
  • Recuerde que su función es supervisar, no hacer el trabajo por ellos. Luego de ellos dedicar el tiempo a su tarea usted revisa y ellos junto con la maestra o maestro deberán hacer el resto.
  • Si su hijo olvida constantemente útiles o trabajos que debe llevar a la escuela, no se los lleve y permita que sufra las consecuencias de su olvido, que no es olvido sino desinterés pues sabe que usted está ahí para llevárselo.
  • Cuando hagan preguntas relacionadas con un trabajo de la escuela no dé respuestas inmediatamente, devuelva la pelota, preguntándole lo que él o ella piensa y motívelos a investigar.
  • Manténgase pendiente de la escuela, mas no agobie yendo todos los días.
  • Si su hijo no copió la tarea no llame usted a los amigos para preguntarle; pregúntele a su hijo que va a hacer con respecto a esto y permita que sufra las consecuencias de su falta de responsabilidad.
  • Transmítale, expresándolo verbalmente con cariño que usted cree que el o ella es capaz de hacer su trabajo; esto desarrolla la auto estima y la fe en ellos mismos.
  • Cuando inicie estos cambios sea firme. Ellos opondrán resistencia al principio más su firmeza les hará ver que no está dispuesto a seguir asumiendo la responsabilidad por ellos.
  • Todo esto hágalo sin gritos ni ofensas, sea firme pero cariñoso y respetuoso a la vez.

Si hace todo esto y todavía no logra desembarazarse de la mochila ajena, busque ayuda profesional.

Autora: Solange Inmaculada Alvarado Espaillat
Cortesía de Raquel Castillo